Mi carrera siempre ha girado en torno a una misma idea: la comunicación no es un accesorio, es un motor de crecimiento. A lo largo de los años he acompañado a startups que necesitaban inversión, a marcas que buscaban coherencia y a directivos que querían brillar en el escenario. Pero también he trabajado con empresas que necesitaban alinear su comunicación interna y externa: desde diseñar manuales de comunicación y cultura corporativa, hasta crear estrategias claras que unifican la voz de los equipos con la imagen de la marca hacia fuera.

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Ese recorrido me permitió ver un patrón común: las ideas, por brillantes que sean, fracasan si no se cuentan de manera clara, coherente y persuasiva. Por eso mi trabajo no es solo entrenar oratoria o construir pitches, sino diseñar sistemas de comunicación que generen impacto real, tanto dentro de una organización como en la relación con sus clientes, inversores y audiencias globales.

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El bilingüismo me dio la base, la experiencia internacional me dio la perspectiva y la oratoria me dio la herramienta. La combinación de esos tres elementos define mi manera de trabajar y me permite aportar valor en contextos tan distintos como el ecosistema startup y el mundo corporativo internacional.